martes, 15 de marzo de 2016

HAZ MENOS




Si crees que no estás haciendo suficiente, haz menos.

Hacer menos te conducirá a grandes resultados. Hacer menos te permite concentrarte en lo esencial.

Apártate. No luches en contra. No intentes arreglarlo. Acéptalo. Aplica la ley del mínimo esfuerzo. Deja que las cosas encuentren su orden sin necesidad de tu intervención.

Permítete todo el tiempo que necesites para aclarar tus ideas.
Apartarte durante un tiempo es una decisión sabia y productiva.
Si te sientes confuso o abrumado, no es el momento de actuar.

Con tus buenos pensamientos y buenas emociones ya has creado esa realidad que deseas. Ahora te toca esperar y permitir que se manifieste. Y para ello debes eliminar tu resistencia. Si te sientes confuso, abrumado, saturado o superado por las circunstancias, hacer menos ayuda a que tu resistencia se diluya y vaya disminuyendo. Así, estarás abriendo una puerta al cambio.

Hacer menos es simplificar tu vida. Hacer menos es focalizarte y descubrir lo esencial que hay en ti. Cuando haces menos, observas y compruebas que las cosas en la mayoría de las ocasiones se resuelven solas, o te muestran con claridad qué decisión debes tomar o qué acción es la más eficaz.

Reduce. Delega. Simplifica.
Fluye, no te opongas. Contempla y acepta tu realidad. Libera tus pensamientos, y aléjalos de cualquier preocupación. Evita los conflictos y antepón tu serenidad a la necesidad de tener la razón.

Observa y agradece tus logros presentes, todo lo que ya has conseguido. Alimenta la fe en ti mismo, confía en tus propias decisiones. 

Y mantén siempre la esperanza en un mañana mejor.



[Imagen: Unsplash]

martes, 1 de marzo de 2016

DESPEGA ETIQUETAS





La mayoría de las veces no nos relacionamos con aquello que tenemos delante, sino con la etiqueta mental que le hemos adjudicado anteriormente.

Nuestra mente detecta la etiqueta, como si fuera un lector de código de barras, y reacciona en consecuencia. Activamos de forma inconsciente un piloto automático que determina qué opinamos y sentimos al respecto. Esto se aplica tanto a personas y objetos como a situaciones, lugares, circunstancias y todo tipo de estímulos externos. 

Imagina tu visión subjetiva del mundo, llena de pegatinas sobre cada elemento que perciben tus sentidos. Vivimos siguiendo un programa previo que hemos creado nosotros mismos, de acuerdo a la persona que éramos la primera vez que nos enfrentamos a dicho estímulo.

Hoy no eres la misma persona que ayer. Física, mental y espiritualmente estás en constante crecimiento, en constante evolución. Tus experiencias hacen que redefinas tus objetivos. Tus emociones te guían, generando nuevos deseos, nuevas expectativas, nuevas ilusiones y esperanzas.


Entonces, ¿por qué relacionarte con el mundo siguiendo patrones predefinidos que, en un presente que fluye constantemente, ya son obsoletos?

Algunas etiquetas son necesarias, ya que contienen información útil para saber cómo relacionarte con tu entorno. Pero otras son prescindibles: aquellas que encierran un juicio, una reacción improductiva... pequeñas trampas de temor, odio, rechazo, pereza, bloqueo.

Despega todas esas etiquetas innecesarias. Contempla todo como si fuera la primera vez. No des nada por supuesto, y abre tu mente a las increíbles posibilidades que el mundo te ofrece. 
Ve más allá de la apariencia. Escucha el mensaje único que cada evento, circunstancia y persona tiene para ti. Exprime al máximo cada instante y diviértete con el proceso. 

Cuando tengas algo entre manos (literal o metafóricamente), detente a observar qué etiqueta tiene pegada. Imagina que despegas esa etiqueta, dejando a ese algo (o alguien) en su forma más pura, esencial y natural. Solo entonces podrás relacionarte desde la libertad, la igualdad, el respeto. Y el fruto de dicha relación será más productivo y enriquecedor para los dos.


[Imagen: Gratisography]